Mis compañeros de trabajo, amigos, etc... están enganchadísimos. Llevan semanas hablando de plantar algodón, conseguir gallinas y fertilizar a los vecinos. La culpa es del Facebook y del dichoso Farmville, y es que la conocida red social se ha convertido ya en una solida plataforma de juegos con éxitos como Mafia Wars, Geo Challenge o Pet Society.
El caso es que me decidí a probar el Farmville para ver en qué consistía. Se trata de un juego en el que tenemos que crear una granja y hacerla crecer. Sembramos cereales, cultivamos hortalizas, plantamos flores, compramos animales, recolectamos frutas de nuestros árboles... Cada elemento tarda un tiempo (ocho horas, un día, dos días...) en proporcionarnos algo que nos dé beneficios. Con lo que producimos, ganamos dinero y conseguimos experiencia que nos permite subir de nivel y optar a más y mejores recursos cada vez.
Por otro lado, mucho más importante, está el componente social. Si queremos mejorar la granja es casi imprescindible encontrar vecinos, otros usuarios del Facebook que estén dispuestos a hacer de granjeros virtuales, fertilizar tus plantas, alimentar tus pollos, hacerte regalos y dejarte mensajitos. Sin ellos resulta muy costoso aumentar el tamaño de nuestra finca y no tendremos espacio suficiente para expandir el negocio. He aquí la primera gran pega.
Conozco ya a unas cuantas personas que han acabado convirtiendo su Facebook en un mero soporte para el juego. Entre sus amigos hay desde gordos canadienses hasta chavalines alemanes y abuelas de Texas. Además, los jugadores de Farmville tienden a convertir el Facebook en tablones de anuncios en los que ofrecen huevos, ramos de flores o mascotas para adoptar (ya sea un gato, un pingüino o cualquier otro bichejo), algo un poco molesto para los no jugadores.
El juego es sencillo hasta decir basta. El único incentivo para seguir jugando, que es el mismo que atrapa a la gente en todos los títulos online: yo soy mejor que tú. En unos juegos es "tengo la espada más larga", "la delantera más potente" o "la flota más numerosa". En Farmville es "tengo la granja con más conejos" (bueno, en realidad, "con más hectáreas", pero creo que pilláis el concepto). Peor aún, para progresar se fomenta la cooperación mucho más que la competición, por lo que se pierde el punto adictivo que tendría, por ejemplo, robar en las granjas de otros o quemarles los cultivos (no suena muy ético, ¿no?).
Otra forma de hacer progresar la granja sin necesidad de añadir al Facebook a rumanos y filipinos es pagar dinerito contante y sonante, que imagino que es lo que buscan los señores de Zynga Games. Farmville, como juego, no tiene mucho misterio. La gente que está enganchada a él, que no es poca, no deberían probar cosas como el OGame o World of Warcraft, son universos de los que tal vez jamás podrían salir.
¿Qué os parece Farmville?